10/07/2010
Como siempre, no hay tiempo para llorar, al fin de semana siguiente, examen de grados par cinturones negros, presentamos a 4 candidatos:
Sheila para 2º DAN, Pablo para 1º y Sergio y David para cinturones negro, y todos ellos aprobados, no solemos tener ningún problema en la fase de acceso a los grados, se preparan bien, exigimos mucho en el club y después nos resulta bastante asequible a la hora de presentarnos en la Federación. También en ese día se hacía oficial la concesión de mi 7º DAN, creo que, sin ser algo demasiado especial, es el reconocimiento al trabajo de unos cuantos años y a los resultados obtenidos, “ eso está bien”. Pero lo realmente importante en ese fin de semana, es la fiesta organizada por mis alumnos y por mi familia, por Dulce y Pablo que colaboraron para que yo no me enterara de nada y fuese una total sorpresa, realmente especial, muy agradable, muy emocionante, bueno increíble. Me encontré en aquel restaurante con alumnos de ahora y de hace un montón de años, con niños y adultos, con adultos que fueron niños cuando comenzaron a entrenar conmigo, recibí la visita de algunos de ellos de los que no sabía nada hacía años, la compañía de los que siempre estuvieron a mi lado, mensajes de algunos que no pudieron estar físicamente pero estaban en mente.
No sé, es algo realmente especial que pasa una vez en tu vida y lo agradeces y recuerdas siempre, algo imposible de olvidar y necesario de recordar cuando la horas bajas llegan, cuando en algún momento empiezas a desconfiar en la labor que estás realizando en pro del karate. Y en esos momentos junto a tus alumnos, esos que se preocuparon de recordarte que pienses lo que pienses, están junto a ti y agradecen la dedicación que has tenido hacia su formación, tienes tu familia, sí, allí y siempre está mi familia, la que me aguanta los momentos bajos y los de euforia, la que soporta los días y meses metido en tu mundo de objetivos deportivos y formativos.
Dulce, mi mujer, que siempre está y siempre pone un poquito de cordura en mi vida llena de proyectos y retos, llena de sueños difíciles de conseguir e ilusiones sin ningún reconocimiento.
Pablo, hijo y alumno, ¡casi nada! Tiene que aguantarme como entrenador y soportarme como padre, ¡no lo envidio en nada! Debe de ser muy difícil y sin embargo, es un ejemplo para todos nosotros en su entrenamiento y su dedicación, ¡estoy muy orgulloso como padre y como entrenador!.
Y Ruben, que llegó a la familia sólo hace 4 años, es un fenómeno lleno de vida y que nos da vida a toda la familia.
Con todo este equipo imposible rendirse, imposible perder, imposible no levantarse y continuar luchando.
Gracias por regalarme ese día tan especial, y una vida en vuestra compañía.
Como siempre, no hay tiempo para llorar, al fin de semana siguiente, examen de grados par cinturones negros, presentamos a 4 candidatos:
Sheila para 2º DAN, Pablo para 1º y Sergio y David para cinturones negro, y todos ellos aprobados, no solemos tener ningún problema en la fase de acceso a los grados, se preparan bien, exigimos mucho en el club y después nos resulta bastante asequible a la hora de presentarnos en la Federación. También en ese día se hacía oficial la concesión de mi 7º DAN, creo que, sin ser algo demasiado especial, es el reconocimiento al trabajo de unos cuantos años y a los resultados obtenidos, “ eso está bien”. Pero lo realmente importante en ese fin de semana, es la fiesta organizada por mis alumnos y por mi familia, por Dulce y Pablo que colaboraron para que yo no me enterara de nada y fuese una total sorpresa, realmente especial, muy agradable, muy emocionante, bueno increíble. Me encontré en aquel restaurante con alumnos de ahora y de hace un montón de años, con niños y adultos, con adultos que fueron niños cuando comenzaron a entrenar conmigo, recibí la visita de algunos de ellos de los que no sabía nada hacía años, la compañía de los que siempre estuvieron a mi lado, mensajes de algunos que no pudieron estar físicamente pero estaban en mente.
No sé, es algo realmente especial que pasa una vez en tu vida y lo agradeces y recuerdas siempre, algo imposible de olvidar y necesario de recordar cuando la horas bajas llegan, cuando en algún momento empiezas a desconfiar en la labor que estás realizando en pro del karate. Y en esos momentos junto a tus alumnos, esos que se preocuparon de recordarte que pienses lo que pienses, están junto a ti y agradecen la dedicación que has tenido hacia su formación, tienes tu familia, sí, allí y siempre está mi familia, la que me aguanta los momentos bajos y los de euforia, la que soporta los días y meses metido en tu mundo de objetivos deportivos y formativos.
Dulce, mi mujer, que siempre está y siempre pone un poquito de cordura en mi vida llena de proyectos y retos, llena de sueños difíciles de conseguir e ilusiones sin ningún reconocimiento.
Pablo, hijo y alumno, ¡casi nada! Tiene que aguantarme como entrenador y soportarme como padre, ¡no lo envidio en nada! Debe de ser muy difícil y sin embargo, es un ejemplo para todos nosotros en su entrenamiento y su dedicación, ¡estoy muy orgulloso como padre y como entrenador!.
Y Ruben, que llegó a la familia sólo hace 4 años, es un fenómeno lleno de vida y que nos da vida a toda la familia.
Con todo este equipo imposible rendirse, imposible perder, imposible no levantarse y continuar luchando.
Gracias por regalarme ese día tan especial, y una vida en vuestra compañía.
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